Nueva RADMED
Ayer dejamos atrás el puerto de Barcelona y la ciudad condal es ya apenas un recuerdo lejano. Aquí el tiempo avanza de manera diferente a como lo hace en tierra, y se estira, se contrae, se retuerce manteniéndonos en una dimensión aparte, mientras quienes continúan allí siguen con su monótono trasiego de horas y de días. Hasta en eso impone la mar sus propias reglas. Tan solo falta que, al regresar, aquellos a quienes queremos hubiesen envejecido, permaneciendo nosotros igual de jóvenes que a nuestra partida, como en aquella desconcertante teoría del gemelo que viaja al espacio.
La cuestión es que, debido quizá a las experiencias vividas, a todo lo que aprendemos o a cualquier otra razón que desconocemos, pareciese que lleváramos aquí un mes al menos.
La mente alberga secretos tan insondables como los de este azul infinito.
Seguiremos contando.
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