¿Todos somos insaciables?
¿Todos somos insaciables? Desde hace tiempo sabemos que en el mundo de la publicidad se usan técnicas para que, en el momento de realizar la compra, nos decantemos sin saber muy bien por qué por un determinado producto. Asociarlo de manera indirecta con el éxito usando famosos como reclamo, con una alta posición social, con sentimientos de placer y bienestar, etc. En definitiva, se trata de estimular componentes emocionales (anhelos, temores, etc.) y no racionales en lo que algunos autores han denominado proceso de selección de compra. Hasta ahí bien, o al menos entra dentro de lo aceptado o razonable. Pero, ¿y si ciertos publicistas al usar esas técnicas para animarnos a comprar un producto estuvieran además modificando nuestra conducta, creando formas de pensar o hábitos que no son saludables? ¿Debemos aceptarlo también? ¿Debemos aceptar que es una virtud ser “insaciable”? ¿No es eso un interesado “darle la vuelta a la tortilla” para convertir en virtud un defecto? Mucho se