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Mostrando entradas de 2016

Contaminación en Madrid: el asesino silencioso

El problema de la contaminación es muy serio. Leo por aquí, sin embargo, algunos comentarios de queja hacia las restricciones del tráfico en Madrid: que si Podemos, que si "la izquierda"... Un error muy peligroso, politizar algo que es un asunto de salud pública. Y que nos afecta a todos, pues los gases como el NO2 no preguntan la ideología. "La OMS calificaba de 'asesino invisible' en su última campaña de concienciación a la contaminación aérea. El mes pasado, la Agencia Eur opea del Medio Ambiente publicaba su informe sobre la calidad del aire realizado a partir de los datos de 2013. Este aseguraba que la contaminación produce 29.980 muertes prematuras en España." El dióxido de nitrógeno (NO2) “puede tener influencia en el asma, los síntomas bronquiales, la alveolitis y la insuficiencia respiratoria”. Recomiendo leer el artículo de El Confidencial que detalla muy bien los efectos en la salud de dichos elementos. Protocolos como el de Madrid solo s

Liquen

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Siempre me han parecido fascinantes los líquenes, con sus ráfagas de color cubriendo el lienzo seco de las cortezas, génesis de una segunda piel. Como pintores de la naturaleza, como geniales grafiteros que tiñen de arte los grises muros que habitan las ciudades. Normalmente se les asocia con lugares umbríos, cubiertos de lluvia y sombras, con las bellas y húmedas tierras del norte de España, con recónditos bosques. Pero resulta que podemos encontrarlos en los montes  de Colmenar, a poco menos de 30 km de la ciudad de Málaga. Dijo Cortazar, que la felicidad para él tenía un aire como de unicornio o isla, de caída interminable en la inamovilidad. Y yo podría pasarme horas contemplando inmóvil semejantes unicornios. Y sería completamente feliz. Los líquenes están formados por la unión simbiótica entre un alga y un hongo, en uno de esos malabares con los que la evolución deslumbra el corazón de los hombres, en una pirueta acrobática directa al talón de aquiles de lo lógico y de lo p

La Molina (Colmenar)

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Cuando llegamos a Colmenar dispuestos a hacer la ruta (una de las señalizadas recientemente y que podemos encontrar en la web del municipio) nos dijeron que en esos caminos poco había que ver. Pero como dijo Saint-Exupery, lo esencial es invisible a los ojos. Y a eso nos dispusimos, a desentrañar invisibilidades. Colmenar, a poco menos de 30 km de la ciudad de Málaga, es vía de entrada y escaparate de los valores de la Axarquía. Olivos centenarios, cortijos antiquísimos, algunos abandonados y otros aún con actividad, y plantaciones inacabables, forman junto a una naturaleza oculta pero fascinante, las señas de identidad del recorrido. La ruta comienza justo detrás de la ermita si llegas desde el pueblo, en el carril izquierdo teniendo ésta a la espalda. No está muy claro, por eso le tuvimos que preguntar a un par de agentes de policía que nos atendieron amablemente. El tajo del hornillo, Sierra Prieta, Hundidero son un impresionante telón de fondo axárquico durante el camino. Un m

El último cazador

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"Las personas no deberíamos nunca perder el contacto con la naturaleza." "Si el ser humano quiere sobrevivir tendrá que aprender a vivir con la naturaleza, no contra ella." "Yo no creo que ninguna especie sea especialmente nociva para la naturaleza. El hombre tiene un papel que jugar.También ayudamos a mantener el equilibrio del ecosistema, siempre y cuando so lo tomemos lo que necesitamos." Son algunas de las frases que aparecen en  "El último cazador" (Vanier, N. 2005),  una de las películas de mayor belleza que he visto en mucho tiempo.   La ficción nos cuenta la vida de Norman, un trampero que sigue viviendo, igual que se hace desde hace siglos, en armonía con la naturaleza. Junto a Kebaska, una india Nehanni, y sus perros vamos siendo partícipes de la lucha diaria por la supervivencia en un entorno cada vez más amenazado por industrias como la maderera. Los espectaculares paisajes nevados del Cánada, como sacados de una novela de Jack Lond

Historia en Almuñécar

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Como dijo Lamartine, la casualidad nos da aquello que nunca se nos hubiera ocurrido pedir. Cuando dejamos La Herradura y llegamos a Almuñécar no sabíamos muy bien qué hacíamos allí, pues aquel no era el tipo de lugar que buscábamos. Pero, ni en nuestros deseos más optimistas se nos hubiera ocurrido pedir, en Almuñécar, un entramado urbano histórico adosado a las murallas de un castillo como el que existió hasta no hace muchas décadas en Málaga o Granada. Y es que siempre me  han parecido fascinantes las fotografías de la Alcazaba malagueña habitada. Casas en su mayoría de una sola planta, de paredes encaladas, calles de trazado laberíntico emulando su origen musulmán, gentes humildes, pobreza, abandono, pena. Aquello tuvo su origen en la pérdida de la función militar de la fortaleza por parte de Carlos III en 1786, lo que atrajo a ella a personas de pobre condición social conformándose todo un barrio. Algo similar ocurrió en La Alhambra, la que descubrieron los románticos, la de los

Naufragio en La Herradura

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Dijo Borges que el mar es un antiguo lenguaje que nunca se alcanza a descifrar. Nadie sabe cuan cerca estuvieron de hacerlo los 5.000 tripulantes de las 25 galeras de la Armada Española que perdieron la vida aquel 19 de octubre de 1562 en la bahía de La Herradura. Y es que los fondos marinos de esta joya de nuestro litoral esconden los restos de un naufragio, los ecos, para quien se pare a escucharlos, de una tragedia que marcó el devenir de un imperio. Felipe II pretendía e l control del Mediterráneo para poner freno a los turcos y expulsar de las costas a los corsarios. Hoy, más de cuatro siglos después, uno solo busca en estas aguas poner freno al rugido de los cláxones, al desquiciante tintineo de los whatssaps, uno es un merodeador de silencios frente a los corsarios de lo estridente, un descifrador de lenguajes antiguos como decía Borges. El gran marino Juan de Mendoza no pudo con el temporal y los 25 barcos que dirigía permanecen ocultos en algún lugar de estos fondos y en

Sendero Torre de Cerro Gordo

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Cabras montesas saltando los riscos de un fantástico monte mediterráneo, torres vigías del siglo XVII perfectamente conservadas, playas de aguas cristalinas en las que pueden observarse peces sin salir de la orilla... Y todo ello a unos minutos de la civilización. En pocos lugares de Europa es imaginable algo así. Es el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. España es el país europeo con mayor biodiversidad y fiel representación de ello es el tesoro que tenemos entre las provincias de Málaga y Granada. Si en otra ocasión os hablé del lado oeste (Maro), hoy quiero hacerlo del este (Cerro Gordo). Deciros que las fotos que comparto aquí no son resultado de horas de observación ni producto de sofisticadas cámaras. Al contrario, están al alcance de todo aquel dispuesto a olvidar el soniquete de los smartphones, a hacerse uno con la naturaleza, a hablar su propio lenguaje. Un sendero corto nos llevó a la torre vigía de Cerro Gordo. Se construyó hace unos cuatro siglos pa