Continuamos con más NOVEDADES: Hace unos días tomé posesión de mi plaza en el Centro Oceanográfico de Málaga del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Estoy adscrito al Grupo de Cambio Climático. Un equipo de gente estupenda que, pese a todas las dificultades, no para de sacar adelante proyectos. Esta temporada se presenta cargada de retos y de cosas que contar que, por supuesto, quiero compartir con quienes estáis ahí. En los próximos meses pasarán por este rincón de la red las campañas, los barcos, el fitoplancton, la naturaleza, la ciencia, el mar. Tengo muchas ganas de hacer un DIRECTO para hablar de todo más detenidamente pero tengo muy poco tiempo. Mientras, seguimos por aquí. En contacto. Hasta muy pronto.
“Jamás vi un paisaje tan asolado y agreste” escribió Hans Christian Andersen sobre Cartagena en su obra “Viaje por España” allá por 1862. El popular escritor danés hacía realidad su sueño de visitar un país que formaba parte de su imaginario desde niño y la histórica ciudad naval fue una de sus paradas. La Cartagena del siglo XXI poco tiene que ver con la de aquella España decimonónica deprimida tras décadas de guerras y atraso. Al contrario, a mí al menos me pareció una ciudad moderna cuyo no muy extenso casco histórico está cuidado con esmero y en la que se puede encontrar una oferta cultural de museos de gran interés. Pero pienso que, al igual que ocurre a las personas, también las ciudades a veces dejan entrever lo que fueron. Como si ese pasado quedase oculto en algún pliegue de su relieve, en algún rincón del tiempo, aprovechando cualquier momento para mostrarse, sin nadie saber muy bien cómo ni porqué. En ello pensaba cuando me situé frente a la chimenea de Peñarroya. En la lade
Así definió el arqueólogo francés Pierre París la ciudad romana que encontró tras sus excavaciones hace ahora poco más de cien años, la misma cuyos vestigios hallara antes en los escritos de viajeros y eruditos. Dijo Kafka que leer es siempre una expedición a la verdad y no se me ocurren unos hechos que puedan dar a la frase más literalidad que el descubrimiento de Baelo Claudia, en Tarifa (Cádiz). Descubrimiento es, e impactante, salir del centro de interpretación y ver las columnas de la antigua basílica emerger y fusionarse con el azul turquesa del Atlántico, con el verde de los pinares y con el dorado de la gigantesca duna. Un espectáculo. Porque una de las grandezas de este conjunto histórico es, precisamente, el paisaje. Nada más y nada menos que la Ensenada de Bolonia, dentro del Parque Natural del Estrecho de Gibraltar, en la actualidad uno de los enclaves más vírgenes y menos transformados de la costa gaditana, y que atesora notables valores naturales y ecológicos. U
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