Libélula en el P.N. Montes de Málaga

Como un destello, como un disparo, como vuelan los arrepentimientos del poema de Benedetti. Demasiado rápido para nuestros ojos de ciudad, acostumbrados a la rutinaria facilidad de lo evidente.
Así apareció esta libélula, oculta por su propia vorágine entre las grises espigas del matorral. En uno de estos momentos en los que para uno se paraliza el mundo, trata de imitar la levedad del mimo y desea que fuese para siempre ese suspiro en medio de la cotidianidad del bosque.
Estos insectos son fascinantes: su vuelo, su colorido, sus ojos, su elegancia... Siempre he visto en ellos algo hipnótico. Aunque suelen ser animales de agua dulce, este ejemplar estaba a kilómetros del riachuelo más ceracno. La naturaleza siempre se empeña en rompernos los clichés. Siempre hay algúna excepción que desconocíamos, alguna familia adaptada a otras condiciones diferentes a la del resto. Quizás en eso consista la vida. En fin. 
Al final la fugacidad no lo fue tanto, se hizo la magia y esa explosión de vitalidad me regaló los minutos suficientes para llevarla conmigo en la fría memoria digital de una cámara, el momento preciso para que no acabara nunca, aunque fuese como un destello, como un disparo o como los arrepentimientos.
La creadora de la magia fue, una vez más, la artista que, como hombre afortunado que soy, me acompaña: María Dolores Olea.



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