El armador aquel...
Llevaba un tiempo rondando mi cabeza la idea de hacer un
blog de opinión de asuntos relacionados con la naturaleza y el medio
ambiente. Facebook me parece un medio atractivo
pero sumamente áspero a la hora de desarrollar un argumento minimamente
trabajado, otros como Twiter me parecen
la culminación del lenguaje trogloditesco contra el que pocas razones caben
para algunos. O también es verdad que uno carece de esa virtud que se llama
capacidad de síntesis, como bien saben aquellos que me conocen , y mi crítica
no deja de ser el pataleo de un animal incómodo. Puede ser.
La cosa es que estoy aquí, mi nombre es Enrique Ballesteros Fernández, soy biólogo, divulgador ambiental y escritor y quiero presentar este proyecto al que he
llamado “El armador de casas rústicas”. ¿Por qué? Hace poco más de un año tuve
el privilegio de asistir al acto organizado por el Excelentísimo Ayuntamiento
de Salamanca en conmemoración del 75º aniversario de la muerte de D. Miguel de Unamuno.
A mi regreso a Málaga, aún cautivado por aquella ciudad y por sus gentes
escribí un artículo que podéis leer aquí. En él mostré mi reconocimiento hacia la
figura del catedrático de griego y defendí sus principios como imprescindibles
para la sociedad actual: independencia, honestidad, libertad, espíritu crítico,
compromiso…En fin, casi nada.
¿Por qué “El armador”? Es uno de los poemas que más me
gustan. Muchos no saben que además de uno de los mejores novelistas o
ensayistas de lengua en castellano de todos los tiempos, el bilbaíno fue además
un gran poeta. Poco después de aquel viaje disfruté como un enano con una
conferencia de D. Andrés Trapiello. El escritor nos hizo un regalo de reyes que
al menos a mí me mantuvo varios días en una nube: un par de poemas recitados en
la voz de D. Miguel, que podeis escuchar aquí. “El armador aquel de casas
rústicas” es un poema de gran calado desde un punto de vista trascendental, a
nadie se le escapa, pero a mí aparte me transmite una gran serenidad, calma,
grandeza, paz. Flotando en las aguas, flotando en las aguas…
Porque es ese el espíritu que deseo tenga este pequeño
rincón en el que quiero sentirme cómodo hablando de esas cosas que tanto nos
interesan y quiero también que se sienta cómodo para hablar y enriquecer todo
aquel que entre en él. Porque me tiene sumamente cansado el estado de cabreo
colectivo que nos atenaza desde hace unos años, aunque esté plenamente
justificado por muchas de las cosas que estamos viviendo y yo, lo reconozco,
caiga en él de vez en cuando como todo
hijo de vecino. Más bien lo que me cansa es el cabreo como rutina hueca, la
caza del chivo expiatorio, el diálogo de besugos. Cómo si estos contra los que
desatamos nuestra ira, los políticos, hubiesen aparecido mediante generación
espontánea o a través de algún sigiloso golpe de estado. No, aunque parezca
mentira, estos ahora tan odiados han sido votados una y otra vez por muchos que
de manera acrítica miraban hacia otro lado o nos reprendían a aquellos que
abogábamos por una mayor carga reflexiva del voto. Realmente poco vamos a poder
conseguir si no somos capaces de exigirnos a nosotros mismos un mínimo sentido
del espíritu crítico y de la responsabilidad.
Y creo que, sin embargo, hay y ha habido siempre mucha gente
aportando realmente valor y dejando
entrever sus principios día a día desde mucho antes de que se empezara a hablar
en estos términos o de que la indignación fuera el chamuscado pan nuestro de
cada día. Por mi profesión he conocido a muchos de ellos en el área de la
conservación de la naturaleza y el medio ambiente, aunque quiero recalcar que
en contra del negativismo rampante, gente así te la puedes encontrar en más sitios
del que puede uno imaginarse. Creo que además, puede que sea por deformación
profesional pero lo veo así, este mundo da muchas pistas sobre cual es el mapa
de valores en el que nos movemos. Hace no tanto tiempo, en el boom de la
construcción y del dinero fácil algunos se burlaban acerca de conservar no se
qué paraje pudiendo dar algún otro pelotazo urbanístico. O hacían lo propio con
los tan necesarios y cívicos hábitos de reciclaje o con la situación
problemática de alguna especie en medio de la maraña de intereses humanos. Otros, los menos, hacíamos de sufridas
Casandras e intuíamos que algo no iba a salir bien. Los temas medio ambientales
eran el espejo en el que quedaban retratados algunos que en otros asuntos eran tenidos
por buenos ciudadanos y sin el cual hubiese sido más difícil conocer su
posición en el mundo. Después vino lo que vino y algunos seguimos aquí con ese
acto tan incendiario que es pedir responsabilidad y espíritu crítico a ti, a
uno mismo, al político, a todos. Eso sí, flotando en las aguas, flotando en las
aguas.
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