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Gualchos - La Rijana

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Un bello pueblo blanco que se mantiene casi igual desde hace siglos, inmejorables vistas de la costa, cuestas y barrancos del mejor monte mediterráneo, una cala de aguas cristalinas de la Red Natura 2000 y hasta una torre nazarí sobre un yacimiento romano. Todo ello a escasos minutos de los cláxones y el asfalto. Es la no muy conocida ruta de Gualchos a la cala de La Rijana. España es el país europeo con mayor biodiversidad y la provincia más biodiversa es Granada. Poco en común tienen las cumbres blancas de Sierra Nevada, los cañones y el monte mediterráneo de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama o los acantilados de parajes como el de Maro-Cerro Gordo o de calas que, enhorabuena a los granadinos, se han sabido conservar a lo largo de buena parte del litoral. La ruta comienza en Gualchos. Avisar de que no hay autobus, pero que, para aquel que quiera desarrollar un turismo con menos emisiones y no llevar vehículo propio, existe un servicio de taxi desde el núcleo costero de Caste

Un turismo con menos emisiones

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Defiendo desde hace tiempo (y sé que es algo con lo que muchos no estaréis de acuerdo) que, salvo casos concretos debido a cuestiones, por ejemplo, laborales o de salud, se puede vivir perfectamente sin automóvil propio con una buena calidad de vida. María Dolores y yo nos pasamos el año haciendo rutas por numerosos espacios naturales. Ninguno de los dos tenemos coche. Siempre hemos ajustado nuestros horarios a los del transporte público y eso nunca ha supuesto ningún problem a. La supuesta falta de libertad que normalmente se argumenta como el principal inconveniente de este modo de vida no ha sido para nosotros otra cosa que una continua reestructuración de tiempos y recorridos. En esta ocasión fue distinto. Estábamos alojados en Castell de Ferro, el núcleo costero de Gualchos, pueblo de interior que teníamos que ver y en el que comienza la ruta de la que hablaré mañana y que conecta esta villa con la fantástica cala de "La Rijana". Pues bien, ni existe bus que conect

Liquen

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Siempre me han parecido fascinantes los líquenes, con sus ráfagas de color cubriendo el lienzo seco de las cortezas, génesis de una segunda piel. Como pintores de la naturaleza, como geniales grafiteros que tiñen de arte los grises muros que habitan las ciudades. Normalmente se les asocia con lugares umbríos, cubiertos de lluvia y sombras, con las bellas y húmedas tierras del norte de España, con recónditos bosques. Pero resulta que podemos encontrarlos en los montes  de Colmenar, a poco menos de 30 km de la ciudad de Málaga. Dijo Cortazar, que la felicidad para él tenía un aire como de unicornio o isla, de caída interminable en la inamovilidad. Y yo podría pasarme horas contemplando inmóvil semejantes unicornios. Y sería completamente feliz. Los líquenes están formados por la unión simbiótica entre un alga y un hongo, en uno de esos malabares con los que la evolución deslumbra el corazón de los hombres, en una pirueta acrobática directa al talón de aquiles de lo lógico y de lo p

La Molina (Colmenar)

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Cuando llegamos a Colmenar dispuestos a hacer la ruta (una de las señalizadas recientemente y que podemos encontrar en la web del municipio) nos dijeron que en esos caminos poco había que ver. Pero como dijo Saint-Exupery, lo esencial es invisible a los ojos. Y a eso nos dispusimos, a desentrañar invisibilidades. Colmenar, a poco menos de 30 km de la ciudad de Málaga, es vía de entrada y escaparate de los valores de la Axarquía. Olivos centenarios, cortijos antiquísimos, algunos abandonados y otros aún con actividad, y plantaciones inacabables, forman junto a una naturaleza oculta pero fascinante, las señas de identidad del recorrido. La ruta comienza justo detrás de la ermita si llegas desde el pueblo, en el carril izquierdo teniendo ésta a la espalda. No está muy claro, por eso le tuvimos que preguntar a un par de agentes de policía que nos atendieron amablemente. El tajo del hornillo, Sierra Prieta, Hundidero son un impresionante telón de fondo axárquico durante el camino. Un m

Sendero Torre de Cerro Gordo

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Cabras montesas saltando los riscos de un fantástico monte mediterráneo, torres vigías del siglo XVII perfectamente conservadas, playas de aguas cristalinas en las que pueden observarse peces sin salir de la orilla... Y todo ello a unos minutos de la civilización. En pocos lugares de Europa es imaginable algo así. Es el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. España es el país europeo con mayor biodiversidad y fiel representación de ello es el tesoro que tenemos entre las provincias de Málaga y Granada. Si en otra ocasión os hablé del lado oeste (Maro), hoy quiero hacerlo del este (Cerro Gordo). Deciros que las fotos que comparto aquí no son resultado de horas de observación ni producto de sofisticadas cámaras. Al contrario, están al alcance de todo aquel dispuesto a olvidar el soniquete de los smartphones, a hacerse uno con la naturaleza, a hablar su propio lenguaje. Un sendero corto nos llevó a la torre vigía de Cerro Gordo. Se construyó hace unos cuatro siglos pa

Picapedreros-Boticario I.

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Siempre he defendido que no hace falta ir muy lejos para disfrutar de la naturaleza, ni tan siquiera un vehículo propio, ese artefacto al que nosotros mismos le hemos dado la categoría de imprescindible y que causa tantos problemas. Si estás en Málaga, tan solo tienes que coger el bus que lleva a Ciudad Jardín, bajarte en la última parada y andar unos 10 minutos en dirección norte para encontrarte con los montes de Málaga en todo su esplendor. Nada más, eso y tener ganas de pasar un gran día de campo. Se trata de la ruta Picapedreros-Boticario. Esta comienza cuando, tras dejar atrás una serie de edificaciones, aparece el cartel indicador de que nos encontramos en el Parque Natural Montes de Málaga. Con él empiezan a darse cita los  pinares con los que se repobló en los años 30 del pasado siglo para retener  los suelos de estos montes devastados  por  talas tremendas y evitar de este modo las  riadas que con frecuencia castigaban a la ciudad  de Málaga. Estos no son los restos

El Río de la Miel (Algeciras)

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¿Qué pensaríamos si nos hablan de zonas de vegetación que han permanecido intactas desde el Terciario? ¿De bosques de galería húmedos y umbríos que han desaparecido de la práctica totalidad del continente europeo? ¿De gargantas angostas en las que sorprendernos con un paraíso de musgos, líquenes, helechos y arbustos relictos como el Rododendro? Seguramente la imaginación del lector volaría rápido hacia los bosques de regiones tropicales, a las grandes selvas, quizás, lejanas e inexploradas por el hombre blanco. Pues no, todas esas maravillas están tan cerca de nuestra civilización que desde la localidad de Algeciras apenas 20 minutos en bus (sigamos desmontando el mito de que para ir al campo, para ver campo, hacen falta enormes vehículos 4x4) nos separan de ellas. Son sólo algunos de los elementos de la naturaleza que podemos disfrutar en el Parque Natural de los Alcornocales y más concretamente en la Ruta del Río de la Miel. Tenemos que empezar en la Barriada del Cobre (Nos

Los cahorros de Monachil

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Nunca dejaré de repetir la enorme maravilla que es el paisaje natural de Andalucía. Pocos lugares te permiten disfrutar de un contraste tan fascinante como el de nuestras tierras del sur, en pocos lugares puedes dar un salto en cuestión de minutos desde enclaves áridos, secos y agrestes, desde las zonas rocosas que son feudo del matorral mediterráneo o desde las dedicadas a ancestrales cultivos hasta los más bellos rincones de umbría, de frescor, de vegetación de ribera, donde el espíritu del agua besa de forma mágica la cansada piel del naturalista. Un ejemplo de esto  es la ruta de Los cahorros por la Era del Portachuelo, más conocida por la de los cahorros del Río Monachil o también por sus célebres puentes colgantes. Ruta que comienza en el mismo pueblo, bordeando el río por la Calle Trinidad Carreras. Es increíble la era Portachuelos, en ella aún puede oírse la voz rota de un pasado de secano, con cultivos de trigo o de cebada, cereales que lo fueron todo